Atalaya

Cuenta la historia que en el año 1683, en la ciudad de Viena, la Emperatriz comisionó a sus panaderos que elaborasen un banquete en honor a su pueblo por haber resistido heroicamente la invasión extranjera. Los panaderos inventaron unos rollos de masa en forma de luna en cuarto creciente, haciendo referencia a la bandera enemiga, que denominaron “kipfel”, la cual se volvió muy popular en todo el continente; al llegar a España adoptaron el nombre de “media luna”.

Hoy en Atalaya seguimos elaborando sus productos con el mismo esfuerzo y calidad que en sus primeros tiempos, para continuar agasajando a nuestros clientes...

La historia de este prestigioso parador de Chascomús, el Atalaya, comenzó hace aproximadamente medio siglo y todo ese tiempo se han esmerado para ofrecerle los más exquisitos productos artesanales, especialmente las medialunas de manteca, que en la actualidad tienen un alcance fuera de las fronteras de la propia provincia, llegando a cualquier rincón del país.

Conocer el procedimiento con el que se elabora cada producto es tan interesante como conocer la gran magnitud de producción de tales facturas.

En una jornada de cambio de quincena, en temporada veraniega, Atalaya alcanza a vender alrededor de 2000 docenas de medialunas. De los tres turnos en que se divide el día de trabajo, el de mañana es el de mayor producción, de lo que se encargan quince pasteleros elaborando el artesanal producto.

“Mucho se habla de una fórmula secreta en la elaboración de las medialunas, pero lo cierto es que la fórmula es convencional. De lo que se trata, es de tener materia prima de primera calidad, agua de la zona, que es muy buena y un buen uso del horno, lo que es fundamental”—dijo el maestro de pala, Aníbal ‘Pepe’ Díaz, quien hace varios años que trabaja en Atalaya.

Es tanto el prestigio que ha alcanzado el Atalaya que entre sus clientes ha recibido a: Carlitos Jr., Patricia Sosa, Graciela Borges, Alejandra Pradón, Adrián Suar, Diego Maradona, Pepe Iglesias y Antonio Carrizo. Entre sus anécdotas se halla una que cuenta la llegada de un grupo de visitantes que aterrizaron en helicóptero en el playón del Atalaya, quienes desayunaron y probaron las famosas medialunas antes de seguir su viaje.

La masa de las mismas se hace a máquina, con harina, agua, huevos, azúcar, sal, levadura y manteca; luego se les da la forma, se hornean durante unos 18 minutos y ya están listas y calentitas para comer. Como puede verse, no tiene ninguna fórmula mágica, pero de todos modos son únicas e inconfundibles y aunque esto les sirva de guía para intentarlo, no será fácil lograr el mismo sabor, por ello se han ganado esa fama que trasciende fronteras.