Nuestro campo ¿Dónde estamos?
 
 
     
 
 
 
     
  Por Ernesto "Cholito" Iseas  
     
 
Dice el diccionario: "Doctrina, rito o costumbre que se transmite de padres a hijos.- Noticia de una cosa antigua que se transmite de generación en generación". Al leer esto tan sintético y excluyente, pareciera que nos tuviéramos que limitar a pensar en dar a nuestros hijos las nociones de nuestra historia y quizás imaginar que ya hemos cumplido con este contenido.
 
Nada mas ilusorio y vanal. La palabra Tradición encierra mucho mas que eso. Son nuestras raíces, nuestros orígenes indios, la tierra misma convertida en humanidad sensible y gaucha. Desde que el hombre pudo sentarse sobre el lomo de un caballo, el panorama de la vida se le cambió. Se sintió dueño de si mismo y de la tierra que pisaba.
 
  Lucho ofrendando su vida para defenderla, para que no se la arrebataran esos "gringos" venidos allende el mar, que solo buscaban dominarlos y hacerlos trabajar en las minas del preciado "metal blanco", que llamaban Argentum; para trocarles con oropeles sus valiosas artesanías y lo que es mas doloroso para humillarlos por considerarlos seres inferiores y retrógrados.  
     
 
Alternando triunfos y derrotas pudieron sobrevivir a la codicia del europeo invasor, pero luego les toco luchar la mas cruenta e injusta contienda; hermanos contra hermanos, batiéndose todos por la misma causa: defender la tierra misma, el mismo suelo, pues ambos se sentían amos y dueños de esta nación que nacía a la faz de la tierra con la pujanza y nobleza de tierra virgen. Y esto es tradición.
 
     
 
Muchas veces leyendo nuestra rica historia nacional, pensamos si no hubiese sido posible la convivencia en lugar de la guerra; la palabra en lugar de la lanza y el fusil. Tarde llegaron los que por medio de la cruz y la evangelización quisieron imponer la paz y la llamada civilización. Lo encontraron al indio en franca rebeldía sufriendo las penurias de la codiciada esclavitud española, por consiguiente, esperando la primera oportunidad para mostrar por medio de la fuerza bruta, su alarido de hombre libre y primitivo. Ni las suaves y delicadas notas del violín, ni el estridente toque de los clarines fortineros, pudieron acallar ese grito gutural indígena. Como llevados por consigna innata, prefirieron morir antes de ser esclavos o dominados. Nos estaban dando, desde su heredada ignorancia, una lección sublime de honestidad y hombría de bien. Y eso también es tradición.
 
     
 

Mas tarde vino el señor de las pampas: el gaucho que como estandarte de la libertad, le toco enfrentarse en luchas fraticidas, dando su vida y la de sus hijos, defendiendo ideales que buscaban conformar esa patria naciente y como si eso fuera poco, batiéndose con estrategias nacidas de una imaginación avasallante y nativa, contra las ordenadas y bien disciplinadas fuerzas realistas y de las demás codiciosas pretensiones tanto portuguesas como británicas, que a toda costa querían adueñarse de estas tierras llenas de un promisorio futuro y porvenir. Y esto también es tradición.

 
     
  Hoy, con verdadero orgullo recordamos a nuestros próceres y a todos los que de una forma u otra forjaron el trípode dónde se apoya nuestra nación: Libertad, Igualdad y Progreso, tres conceptos de vida que sustentan toda una historia, forjada a lanza, caballo, valentía y desinterés personal. Y esto también es tradición.  
     
 
Se dice que una nación que olvida sus tradiciones no tiene ni tendrá futuro. Yo digo que una nación que ignora sus raíces, que no sabe de dónde viene y lo que es peor, no sabe adonde va y que es lo que quiere, lamentablemente e irremediablemente esta llamado al fracaso. También que mientras hay luz hay esperanza, que nunca se apague entonces el fogón de la argentinidad, ese que alimenta nuestras almas y nuestro orgullo de sentirnos bien paisanos y mejores argentinos. Y eso también es tradición.
 
 
     
 
Susana Caquineau © 1999-2006